Valparaíso
Quebrada Jiménez
Entre los cerros Cárcel y Jiménez de la ciudad de Valparaíso se encuentra ubicada la Quebrada Jiménez, situada a unos ciento cincuenta metros sobre el nivel del mar en dirección SO-NE. Durante las mañanas en que la neblina costera permanece baja, ésta suele cubrir la quebrada y encajonarse en ella, favoreciendo la pervivencia de abundante vegetación en el lugar.
Según el relato de algunos vecinos, esta quebrada comenzó a ser habitada a partir de una toma de terrenos realizada a fines de la década del 60 del siglo XX, aproximadamente. [1]
La vegetación de la quebrada atrae la presencia de aves silvestres, cuyas vocalizaciones conforman la base de un fondo acústico del lugar, perceptible especialmente durante las primeras horas de la mañana. A este fondo acústico suele sumarse regularmente el cacareo de gallinas cuya crianza forma parte de la economía doméstica local.
Avanzada la mañana, y como parte del ajetreo cotidiano, suele sumarse al paisaje sonoro el sonido de música envasada amplificada mediante altoparlantes.
Este contínuo flujo de sonidos de aves silvestres, de aves de corral y de música envasada configura un fondo acústico permanente que subyace a la actividad cotidiana de la quebrada y se transforma -con facilidad- en un elemento imperceptible por sobre el cual sobresalen otros sonidos individuales.
En el presente registro, y sobre el fondo acústico señalado, pueden escucharse los cantos esporádicos de los gallos y los reiterativos ladridos de perros provenientes desde distintos puntos de la quebrada, ricos en reverberancia y en información acústica sobre las dimensiones del lugar. Hacia el final del registro se escucha -en primer plano- el sonido dominante de un microbus de la locomoción colectiva que, en su trayecto, circunda las laderas de la quebrada enmascarando casi la totalidad de la percepción del paisaje sonoro.

